“Y verás como quieren en Chile al amigo cuando es
forastero”. Todos nos sentimos súper
orgullosos de esta frase, y debe ser porque tiene mucha razón. Pero y si nos
ponemos a pensar cuando el amigo y el forastero son chilenos y no están en
Chile, y por experiencia propia la cosa no cambia mucho y deberíamos sentirnos
igual de orgullosos.
Varias veces he escuchado “me carga
encontrarme con gente de mi mismo país cuando estoy de viaje” y es muy válido,
pero personalmente me gusta encontrarme con chilenos fuera de Chile, me caen
bien los chilenos que decidieron salir a cachar que onda, bueno lógico que hay
algunos que no lo decidieron y solo tuvieron que hacerlo. Por lo general hay
varias cosas en común y por eso la buena onda es inmediata, lo podríamos llamar
“apoyo con el compatriota”. Escuchar las historias de porque decidieron salir
siempre va a ser la mejor carta de presentación, saber quiénes eran en sus
vidas pasadas siempre es entretenido y a veces sorprendente del coraje de
muchos que dejaron grandes cosas por irse de viaje o apostar por cosas diferentes.
En el viaje pasado
y ahora en este la verdad es que me ha costado encontrar chilenos, siempre son
más los argentinos. Quizás puede ser por eso que no me carga o no me cansa ver
chilenos, muy por el contrario, cada vez que me encuentro con chilenos es sinónimo
de una buena conversación, intercambio de datos, muchas veces gran ayuda y la
organización de un asado si o si. Por ejemplo en Nueva Zelanda, en la última
casa que viví eran casi puros chilenos y la cosa era apañe al 100%. Si alguien
necesitaba ayuda las puertas siempre estaban abiertas, si no tenía dinero para
pagar la pieza no importaba siempre había tiempo para esconder sus cosas cuando
venia la dueña de la casa para ver que no vivieran más personas de las
permitidas. Adoraba esa casa, era lo más cercano al hogar de Cristo, todos
apañándonos entre todos con “Chico Trujillo” de fondo.
Ahora en Brasil,
durante mis primeros meses siempre escuchaba “Si está lleno de chilenos”
pero no me tope con ninguno hasta que me encontré con el Seba, de “Fotografiando
el Mundo”, que empecé a conocer a algunos de la comunidad chilena en Paraty. Y
como lo dice la ciencia, fue cosa de segundos para que la comunidad chilena hiciera
lo suyo, y si, hubo un asado de por medio. Es como que el comparatismo lo
tenemos a flor de piel, otro ejemplo, hace unas semanas atrás conocí a unas
chilenas que están mochilenado y de repente llego una chica chilena que había dejado
a su grupo de amigas para viajar sola, parecíamos como que éramos amigas de
toda la vida. Yo soy súper buena para decir garabatos, es hasta liberador, y
como había estado viviendo con puros brasileros no los usaba hasta ahora,
chilenos-paratienses no saben lo liberador que fue hablar en “chileno” después
de un par de meses.
Pero cuidado con
hacer ghetto, aunque la verdad igual es divertido hacer grupo de
chilenos afuera, ahí ya va en la decisión de cada uno. Pero tal vez si me
arrepiento un poco, solo un poco, de haber hecho ghetto latino en Nueva
Zelanda (sobre todo por el poco ingles que aprendí), por eso ahora estoy
enfocada en que mi circulo también sea de brasileros (porque esta vez sí quiero
aprender el idioma). Pero gracias a ese ghetto es que llevo grandes
amistades de chilenos que conocí fuera , personas bacanes con historias
bacanes, espero llevarlos conmigo por mucho tiempo más.
No digo que este
tipo de relaciones no se pueda tener con personas de otras nacionalidades, muy
por el contrario la gracia de salir es conocer mucha gente y sus realidades, solo
que aun que estemos lejos de Chile, la patria tira y no hay como no bailar una
cumbia chilena en alguna fonda improvisada para el 18 de Septiembre o ver un
partido de chile todos con la cara pintada con la bandera. Y como dice el
dicho, que hasta algunos brasileros lo han entonado… “Si es chileno, es bueno
(weno)”

Muy entretenido el relato, pero lejos, lo mejor es lo ingenioso de las ilustraciones. ¡¡¡ Me Encantan !!!
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